domingo, 22 de agosto de 2010

DIRECTORES DE CULTO: DAVID CRONENBERG (1943- )


Nacido en Toronto en 1943, David se nutrió tempranamente de sus dos pasiones, la ciencia y la literatura, convirtiénodse en lector voraz. Así, dividió sus horas entre lecturas de Nabokov, Henry Miller, William Burroughs y el estudio de las mariposas. Otro rasgo de su infancia reside en la extraña enfermedad degenerativa que contrajo su padre y que se convirtió en referencia en sus filmes, donde sus personajes sufren un proceso de autodestrucción tanto física (La Mosca) como mental (M. Butterfly).
En la disputa de pasiones de su infancia finalmente triunfaron las letras, y así en 1967, se graduó en la Universidad de Toronto. Pero en lugar de inclinarse a escribir ficción, Cronenberg optó por el cine. Por ello, junto a otros directores canadienses, fundó una asociación para el fomento del cine experimental, la "Toronto Film Coop".
En 1969, consiguió mil quinientos dólares para filmar un mediometraje en blanco y negro en 35mm llamado Stereo, donde comenzaron a abrirse paso sus ideas poco ortodoxas, sus planos truculentos y los temas que lo han caracterizado durante toda su carrera: el sexo, las enfermedades, el poder de la mente y las ciencias. El film es una historia futurista acerca de un supuesto Centro Canadiense de Estudios Eróticos, que practica operaciones cerebrales en siete de sus pacientes con el objeto de ampliar sus poderes telepáticos. 
El estilo de su primer trabajo continuó desarrollándose en su segundo metraje, para el cual contó con un presupuesto mucho mayor que le otorgó un ente estatal, en el marco de un programa de fomento del arte canadiense. Así fue como nació Crímenes del futuro (1970). La acción se desarrollaba en un futuro en el que la mayoría de las mujeres eran exterminadas por el uso de cosméticos letales, creados por un dermatólogo demente, y donde una secta de paidófilos raptaba a una nena con fines oscuros.
En la misma línea que Stereo, este film se planteó como una respuesta contracultural ante el cine de Hollywood. Pese a sus escasas salas de exhibición, los dos trabajos constituyen las bases de su particular mirada sobre el mundo, con un peculiar escepticismo acerca del futuro, donde se transparentan sus obsesiones con la naturaleza como fenómeno maravilloso e insondable, y el sexo como sinónimo de enfermedad.
Luego de estos proyectos, Cronenberg buscó el apoyo de una productora para poder expandirse. Ingresó a Cinepix, una de las principales compañías "sexploitation" de ese tiempo dedicada exclusivamente al erotismo y al softcore en películas de bajo presupuesto. Las ideas bizarras del canadiense inmediatamente encontraron la aprobación de los dueños de Cinepix, quienes además se sorprendieron por los escasos presupuestos que Cronenberg requería para poder filmar
Con el apoyo de Cinepix, y tras aceptar la propuesta de realizar un film que comenzó llamándose Orgía de los parásitos sangrientos, nació su tercer largometraje, cuyo título final fue Shivers (1975). El film escandalizó tanto a la crítica como al público, y fue un éxito económico sin precedentes con una recaudación que superó los cinco millones de dólares (el costo de producción de 180.000 dólares). Pero más allá del aspecto financiero, la película significó un cambio rotundo para el cine de terror por su desenfreno y truculencia. Shivers se centra en los desastres provocados por unos parásitos de efectos de aspecto fálico, productos de un científico loco, los cuales van infectando a todos los ocupantes de un rascacielos a través del contacto sexual con una joven adolescente. El film termina siendo un festín de sangre, fluidos y truculentas muertes llevadas a cabo por los irracionales infectados que cometen todo tipo de atrocidades.


Satisfechos con los logros obtenidos, los ejecutivos de Cinepix no dudaron en financiarle a David su siguiente proyecto, Rabid (1976). Pese a que desde un principio Crononberg quería darle el protagónico a una desconocida actriz llamada Sissy Spacek (quien luego sería convocada por Brian De Palma para protagonizar Carrie), debió ceder ante las presiones de los productores, quienes exigían el papel para una actriz proveniente del cine porno llamada Marilyn Chambers.
El filme da comienza con un accidente sufrido por una mujer, a quien someten a una cirugía experimental que logra salvarle la vida pero afecta el funcionamiento de sus intestinos, que sólo pueden digerir sangre. Además, en una de sus axilas comienza a crecer un aguijón de aspecto fálico con el que contagia un nuevo tipo de rabia, aniquilando a la población de Montreal. Rabid  recaudó siete millones de dólares y consagró a David Cronenberg como uno de los directores de cine independiente más importantes de Norteamérica..
Después de este éxito, Cronenberg realizó un film por encargo: Fast Company (1979). El proyecto interesó a Cronenberg desde el principio, debido al tema: las carreras de automóviles. El resultado final fue malo. Sin embargo, el canadiense jamás renegó de haberla dirigido
Luego del fallido filme, Cronenberg retomó su temática bizarra con su tercer obra importante: The Brood (1979). Oliver Reed es un psiquiatra que inventa un nuevo estilo de terapia para sus pacientes con desórdenes mentales extremos. Su paciente favorita, encarnada por Samantha Edgard, manifiesta su neurosis dando a luz unos humanoides bebés, que atacan a todos los miembros de su familia.


Sin el aporte de Mark Irwin, Cronenberg no hubiera podido plasmar en pantalla sus retorcidos conceptos e ideas, logrando consolidar no sólo su prestigio como realizador sino como creador de una estética personal que iría puliendo en el transcurso de sus films. La película tuvo una buena acogida, y consiguió su distribución en EUA, aunque en el circuito de autocines de la AIP, dirigida por Roger Corman.
Pero el ascenso artístico de Cronenberg tocó su punto máximo con el estreno de Scanners en 1980. Extrañamente sin referencias genitales, la historia muestra la vida de unos telépatas creados artificialmente, que se trenzan en una feroz lucha usando sus poderes paranormales. Scanners entrega un carnaval de truculencia y un trabajo de cámara en un conjunto de escenas de acción, que resultan un fiel reflejo de las habilidades de Cronenberg como director.
Su apuesta más fuerte se concretó con Videodrome (1982). La mirada de Cronenberg sobre la incursión de un nuevo medio de expresión como el video encontró la excusa ideal en este film. David se interesó en una idea inspirada en algunos comentarios de los censores, quienes afirmaban que las imágenes con sexo y violencia alteraban la mente humana. Se preguntó si esta premisa podía tener sustento y comenzó a imaginar la historia del dueño de un canal de cable exploitation, que fortuitamente captaba una señal clandestina que transmitía programas de sexo sadomasoquista con un alto grado de realismo. Esas imágenes comienzan a liberar todo tipo de fantasías y alucinaciones en los televidentes y generan metamorfosis en el cuerpo, tal como le sucede al protagonista interpretado por James Woods, a quien le crece un agujero similar a una vagina en el pecho.
El filme despertó la ira de grupos políticos y organizaciones feministas que la boicotearon y realizaron manifestaciones para que no se exhibiese. No obstante, Videodrome sería considerada años después de su estreno como "La Naranja Mecánica de los 80".


La película fue un fracaso en público y taquilla, y esto hizo que David tuviera que buscar apoyo dentro de la industria norteamericana. De este modo fue como Cronenberg aceptó adaptar la novela de horror de Stephen King, La zona muerta (1983).
En esta película, Christopher Walken es un hombre que al salir de un estado de coma comienza a ver el futuro. Con un reparto integrado además por Martin Sheen y Tom Skerrit, y tras rechazar el guión propuesto por el propio King, el canadiense salió airoso haciendo gala de su eficacia narrativa y visual en una de las mejores adaptaciones de las novelas del llamado "maestro de terror". El film pasó sin pena ni gloria por los cines de Estados Unidos y fue mejor recibido en Europa.
Cronenberg aceptó filmar un encargo de Mel Brooks, que consistía en un remake del clásico La mosca (1958). La cinta narra la historia de un científico que busca inventar un sistema de teletransportación, y que termina transformándose en insecto al mezclarse su ADN con el de una mosca mientras experimentaba con su invención. El film cuenta con la participación de Jeff Goldblum y Geena Davis.
La película resultó un rotundo éxito de crítica y taquilla, hecho que le brindó al realizador la libertad económica suficiente como para dar un giro en su siguiente obra, Dead Ringers (1988). Se trata de la historia real de la muerte de dos prestigiosos ginecólogos gemelos, a quienes interpretaría Jeremy Irons. El film, con un triángulo amoroso enfermizo, logra un equilibrio entre las perversiones y todo un estilo de drama psicológico.
Posteriormente, el cineasta canadiense adaptó al cine El almuerzo desnudo (1991), una de las obras más importantes de William S. Burrough. Sin duda, este es su trabajo más difícil de digerir, dada la cantidad de incoherencias que se ven en pantalla producto de las alucinaciones del personaje interpretado por Peter Weller. El filme constituyó un fracaso.
Luego de este percance, el director buscó un proyecto más convencional y decidió de adaptar una obra de teatro inspirada en hechos reales: M Butterfly (1993). Con un presupuesto alto, logró rodar esta historia de amor, en locaciones naturales de China y París. La película no recaudó en las taquillas todo lo esperado pero resultó valorada por la crítica. Finalmente, tres años después, Cronenberg presentó en el festival de Cannes Crash (1996). La temática del film radica en cómo la tecnología, representada por los automóviles, incide en la conducta sexual de los hombres.
Tras dos años en que el director se dedicó a trabajos de producción, y después de desestimar proyectos como Titanic o American Pshyco, Cronenberg dirigió eXistenZ (1998). El filme es una actualización de Videodrome: mientras que en los 80 la tecnología novedosa y aterradora que podía modificar la conducta de las personas era el video, hacia fines de siglo es la realidad virtual. eXistenZ puede considerarse una película que sintetiza toda la obra del cineasta. Aquí aparecen desplegadas sus obsesiones, su estilo morboso y su particular mirada hacia el futuro.
En 2002 presenta Spider, un intenso psico-drama familiar con toques freudianos y resonancias grotescas que rescata su visión enfermiza del ser humano.
En el 2005 aparece Una historia violenta. En este filme (basado en la novela gráfica del mismo título) incluso nos sorprende, aunque conserve lo esencial de su peculiar estilo. Se trata de una película madura y evolucionada. Sin duda de las mejores de su realizador. La película gira alrededor de Tom Stall (Viggo Mortensen) quien vivirá junto con su familia la interrupción de su pacífica rutina diaria en un pueblo del medio oeste americano a causa de un violento asalto. Esto será apenas la llama que encenderá la mecha de una intriga que incluye secretos que se verán de pronto removidos; todo esto mostrado de manera tan sinuosa y expositiva que a la vista de muchos podría resultar incluso sencilla. Nada de eso:  se trata de un fascinante desarrollo de la degeneración hacia las pulsiones más violentas. La película es toda una reflexión acerca del progresivo dominio que tiene sobre nosotros la naturaleza violenta de la que somos parte.


2007 es el año en que surge Promesas peligrosas. En ella, Cronenberg niega la sofisticación de las mafias y de los imperios construidos por el crimen, y nos da a cambio un puñado de personajes patéticos y miserables por los secretos que cada cual carga. Viggo Mortensen, quien antes había personificado a un sencillo padre de familia con un oscuro pasado en la anterior cinta de Cronenberg, vuelve a ser el individuo indescifrable de personalidad dual, sobre quien recae el trabajo de precipitar la historia en su ascenso a lo más alto de la estructura de la organización criminal.

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