domingo, 26 de septiembre de 2010

MAESTROS DEL CINE DE TERROR: MARIO BAVA (1914-1980)


Cineasta italiano. Su vocación parecía estar fijada ya desde el momento en que nació: su padre había sido director de fotografía en películas como Quo Vadis? (1912) o Cabiria (1914), obras maestras de los orígenes del cine. Estudió bellas artes aunque rápidamente optó por incursionar al mundo del celuloide.
Después de haber dirigido algunos documentales que giraban en torno a la música y algunas escenas en otras películas, Bava presentó su ópera prima: La máscara del demonio (1960). Viendo los primeros planos de la máscara ya Bava nos adentra en un mundo nuevo, oscuro y tenebroso donde una bella bruja, Asa, será ejecutada y decidirá vengarse de todos aquellos que la quemaron junto a su amante también condenado a muerte. Dos siglos después, Asa vuelve a la vida gracias a la sangre humana. Éste será el momento de tomar venganza.


Bava aquí hace gala de un estilo visual potente, influenciado por el expresionismo y asentando firmes pasos en el gótico italiano: la voluptuosidad, la perfección de la puesta en escena, los primerísimos planos de las miradas, las catacumbas, la venganza de los amantes masacrados.
En los años siguientes se alejaría del terror haciendo películas como Esther y el rey (1960); La meraviglie di Aladino (1961), Ercole alcentro Della terra (1961), donde tomó por primera vez contacto con Christopher Lee, quien poco después protagonizaría una de sus obras maestras, El cuerpo y el látigo (1963).
La muchacha que sabía demasiado (1962) supone un importante punto de inflexión en su carrera. Si bien con ella nace el giallo, no deja de ser un thriller con elementos sobrenaturales donde un homicida casi sobrenatural actúa asesinando como si concibiera una obra de arte. Nora (Leticia Román) viaja a Roma a ver a su tía; una vez allí es testigo de un asesinato. Cuando ella va a pedir ayuda es atacada por un demente, queda inconsciente y el asesino se da la fuga. Al despertar, denuncia la situación a la policía pero nadie le cree, por lo que buscará resolver el crimen con la ayuda del Dr. Marcelo Rossi (John Saxon).
En 1963 aparece otra de sus obras maestras: Las tres caras del miedo. Si anteriormente Bava había trabajado con Lee ahora era el turno de Boris Karloff, quien nos presenta tres historias de terror en tono ascendente y por grado de sobrenaturalidad.


La primera, “El teléfono” es un thriller muy en la línea giallo en la que una muchacha se ve aterrorizada por la llamadas de un siniestro asesino. Cuenta con tintes lésbicos, ya muy típicos en las películas de terror de esta época, pero con la elegancia que caracteriza a Bava. “Los Wurdalak” ) es un relato de vampiros basado en un cuento de Tolstoi, en el que un viajero es acogido en una casa en lo profundo de un bosque; allí se percata de que el cabeza de familia, Gorka (Karloff), ha salido a una cacería y aún no ha llegado, situación que inquieta a la familia ya que ésta piensa que Gorka ha podido convertirse en un wurdalak, vampiro que necesita el amor de sus familiares para convertirlos en criaturas de las tinieblas.El acierto de Bava en esta historia es crear situaciones de tensión constantes, ya que nunca se sabe quién ha podido ser convertido. Por último, la mejor historia, “La gota de agua”, en la que una enfermera le es encargado el cadáver de una anciana muerta durante una sesión de espiritismo. Al estar preparando el cadáver, la enfermera roba el anillo a la anciana, lo que provocará la ira de ésta desde el más allá, con el inquietante sonido de la gota de agua.
Muchos críticos considerar a El cuerpo y el látigo (1963) como la mejor cinta de Bava. La película cuenta la historia de Kurt (Christopher Lee), que después de estar desaparecido unos años, vuelve al castillo de su familia reclamando su herencia como primogénito. Su padre prefiere dársela a su otro hijo: Cristian, quien se encuentra casado con una antigua amante masoquista de Kurt, Nevenka. Una noche Kurt aparece muerto y la sombra de su espíritu se cierne sobre el castillo.
La cinta cuenta con una fotografía asombrosa, planos inquietantes e interpretaciones sobresalientes. Cabe destacar que aquí se encuentras presentes una de las obsesiones del director: mujeres bellas atormentadas con su pasado, incapaces de desarrollar su amor por circunstancias sobrenaturales del destino.
La consolidación del giallo llega con Seis mujeres para el asesino (1964), cinta ambientada en el mundo de la moda donde se comete el misterioso crimen de una bella modelo. Lo que sus compañeras ignoran es que la joven había apuntado el nombre del asesino en un diario, generando esto una oleada de crímenes. Aquí es donde nace el asesinato como obra de arte: cada uno de las muertes son rebuscadas tanto o más que la casi incoherente trama, donde nunca se sabe quien es el asesino y qué es lo quiere. 
Posteriormente, filmaría Terror en el espacio (1965), claro antecedente del Alien (1979), de Ridley Scott, quien copió algunas escenas del filme de Bava. La historia es muy similar: un grupo de astronautas aterriza en un extraño planeta tras responder a una transmisión. Al llegar se encontrarán con entidades que poco a poco irán apoderándose de ellos.
Llegamos a otra de sus obras maestras y, desgraciadamente, la última que realizó: Operazione Paura (1966). A mediados del siglo XIX una niña es masacrada por un asesino en un pueblo de Italia;  pide ayuda, repiqueteando la campana de la iglesia, sin que nadie haga caso de su agonía. Años después, un médico llega a dicho pueblo investigando un nuevo y extraño crimen que al parecer no tiene ninguna conexión con la niña muerta años antes. Pero hay algo más...


Mediante una atmósfera verdaderamente gótica, Bava convierte al pueblo en un personaje más, lleno de misterios. Su atmósfera lentamente va oprimiendo al espectador a través de su delirio cromático, calles kafkianas y un cementerio ocupado casi por completo por la neblina. Una verdadera joya.

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