viernes, 26 de noviembre de 2010

DE ASESINOS SERIALES: ERZSÉBET BÁTHORY (1560-1614)


Nacida en 1560 en el seno de una poderosa familia de la aristocracia centroeuropea (su tío era rey de Polonia), Erzsébet ha pasado a la historia con los sobrenombres de "La alimaña de Csejthe" y "La condesa sangrienta". Ella mezclaba sus pasiones lésbicas con la excitación por la crueldad y la muerte. Mujer culta e interesada por el esoterismo, su obsesión era conseguir la sangre necesaria para perpetuar su belleza y juventud.
Recluida por voluntad propia en el castillo de Csejthe (uno de los regalos de bodas de su esposo, Ferencné Nádasny, imponente fortaleza cuyas ruinas todavía hoy se alzan en lo alto de los Cárpatos), Erzsébet Báthory reclutaba a sus víctimas entre las muchachas del lugar bajo falsas promesas de trabajo. Una vez en el castillo, las jóvenes terminaban en los sótanos del castillo, donde eran azotadas y desangradas. A continuación, la condesa se bañaba en su sangre y ordenaba a sus sirvientas que le lamieran la piel; si éstas no mostraban asco, las recompensaba, pero si expresaban cualquier asomo de repugnancia, las martirizaba hasta morir.
Muy pronto, en el condado empezaron los rumores de que el castillo estaba maldito y que en él habitaban vampiros. Las sospechas llegaron a oído del rey de Hungría, Matías II, quien en 1610 envió un destacamento bajo las órdenes del propio primo de Erzsébet, Gyorgy Thruso, a investigar la denuncia. Los soldados, horrorizados, localizaron a varias víctimas torturadas, pero aún con vida. También hallaron un intrincado sistema de canalización que permitía que la sangre de las muchachas llegara hasta la bañera de la condesa. Báthory llegó a asesinar a unas 650 doncellas.
Fue juzgada por un tribunal de la Inquisición y condenada a ser emparedada viva en sus aposentos de Csejthe, donde a través de una pequeña ranura le pasaban los desperdicios de la comida y algo de agua. Tras cuatro años de encierro, sin haber pronunciado una sola palabra durante todo ese período, un día decidió no comer más y, a la edad de 54 años, en 1614, falleció.

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