sábado, 11 de diciembre de 2010

TWIN PEAKS O LA PASIÓN POR EL CONTINUARÁ....


1989 fue un año que cambió el  rumbo de la televisión estadounidense, todo ello gracias a Twin Peaks, serie escrita y producida por el director David Lynch y el guionista Mark Frost.
En Twin Peaks, pueblo idílico de Norteamérica, se ha cometido un atroz crimen: la joven, bella y prometedora Laura Palmer ha sido asesinada y la policía local no logra identificar al asesino. Un excéntrico y brillante agente del FBI viaja a la localidad para descubrir que la muerte de Laura no es un típico crimen y que su asesino podría no pertenecer a este mundo. Asimismo, se percatará de que en Twin Peaks nadie es lo que aparenta.
Esta serie de tan solo treinta episodios, dividida en dos temporadas, la primera de ocho (si se toma en cuenta que el episodio piloto dura dos horas) y la segunda de veintidós, representó un cambio radical en los productos que se grababan en los estudios de televisión de su época, pues mezclaba noir, humor negro y terror de una manera sumamente hábil.
Por supuesto, Twin Peaks se convirtió en un fenómeno televisivo. Esto en parte a su hábil manejo en los guiones, ya que cada capítulo dejaba al espectador en vilo, negándose a develar los misterios e introduciendo nuevos. Porque, si bien todos los espectadores deseaban saber quién mató a Laura Palmer, lo cierto es que en el fondo todos esperábamos fervientemente la revelación de qué representaba la habitación roja a la que se accedía a través de los sueños y quién era el misterioso enano que habitaba en ella.
Otro factor del éxito de la serie reside en sus personajes: el agente Cooper (Kyle MacLachlan) es uno de los caracteres mejor perfilados de la historia de la televisión, gracias a su encanto, poder deductivo comparado sólo con el de Sherlock Holmes y excentricidad; Shelly Johnson (Mädchen Amick), increíble mujer fatal que planea matar a su violento marido; Bobby Briggs (Dana Ashbrook), el temperamental y rebelde novio de Laura Palmer, quien al mismo tiempo es amante de Shelly; Josie Packard (Joan Chen), dueña del aserradero y otra femme fatale que probablemente mandó asesinar a su marido...
Pero existen dos personajes por demás misteriosos. La misma Laura Palmer, quien escondía una doble vida, que el televidente va descubriendo con horror y morbo a la vez; y "Bob", un ser extraño, maligno, que representa una pieza clave para entender el asesinato de Laura.

El surrealismo es otro aspecto que cobra importancia en esta serie. Este elemento es característico de la obra de Lynch (Lost highway, Mulholland drive, The Inland Empire) y aquí encuentra su expresión a través de la misteriosa habitación roja, la cual parece ser sólo la antesala a un lugar mucho más misterioso.
Otro rasgo habitual en Lynch que encontramos en esta serie es el contraste entre la apariencia paradisiaca de un lugar y su oscura y perversa esencia. Ya el director lo había demostrado en Blue Velvet: únicamente hay que buscar en el sitio adecuado y veremos el rostro deforme de la comunidad. El asesinato de Laura Palmer no sólo es impactante porque era una chica demasiado joven y querida, sino porque les recuerda que el crimen no se ha erradicado del lugar. De hecho, la corrupción y el narcotráfico están muy arraigados, pero los habitantes no se dan cuenta ya que están demasiado atareados con sus dramas personales: adulterios, intentos de asesinato, prostitución. Debajo de esta comunidad "perfecta" se guardan demasiados secretos y Laura Palmer es sólo uno de ellos.
Por supuesto, la serie no es perfecta: la música es terrible, la producción es baja, hay historias de amor terriblemente cursis y con excesivo toque melodramático (la del personaje interpretado por Lara Flynn Boyle)... Pero quizás el mayor de estos problemas lo constituyan las subhistorias de poca o nula importancia que comprenden los capítulos 18 a 28. Tanto Frost como Lynch se encontraban atareados con otros proyectos, por lo que decidieron darle una resolución al crimen de Laura Palmer en el episodio diecisiete y le dejaron la batuta a otros para que continuaran con la serie. Esto fue un error: el programa se volvió tedioso e insignificante. Por suerte, sus creadores volvieron para escribir el final de una de las series más importantes de la televisión. Un final digno de su primera temporada.

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